MISIÓN, VISIÓN, VALORES

MISION

Anunciar el Reino de Dios y colaborar con los padres de familia en la formación integral de los alumnos, a la luz del Evangelio, teniendo como centro a Jesús Sacramentado, a fin de lograr auténticos hijos de Dios y ciudadanos de la Patria.

VISIÓN

Pretendemos ser una comunidad educativa dedicada a contribuir a la plena realización de las personas, capaces de enfrentar con éxito los retos del mundo actual con una dimensión trascendente.

 

VALORES

AMOR-CARIDAD. Expresados en la Eucaristía, símbolo de amor y unidad.

            UNIDAD. Fruto del amor y deseo supremo de Jesucristo: “que todos sean uno, como Tú padre estás en Mí y yo en Ti” (Jn. 17, 21).

            SERVICIO. Fundamento en el Evangelio: “No he venido a ser servido sino a servir” (Lc. 22,25).

            ALEGRÍA. «Reine la alegría siempre en ustedes. Porque reina el espíritu de Dios, que es espíritu de paz, de tranquilidad. La alegría es una suave disposición que inclina la voluntad al cumplimiento del deber y da vigor al espíritu y al cuerpo para practicar el bien» (Silviano Carrillo, 1914).

            RESPETO por la dignidad de la persona humana que hará experimentar la grandeza de ser hijo de Dios y llamado a la comunidad con Él.

            RESPONSABILIDAD. Concretizada en la fidelidad al deber y en la búsqueda constante de la preparación académica, científica y tecnológica a la altura de los tiempos que los ayude a ser personas analíticas, críticas y propositivas.

            AMOR A LA PATRIA. Que contribuya a hacer de este mundo un mundo más humano.

            AMABILIDAD. Fundamentada en el amor que Dios nos tiene, que lleve a tratar a los demás con educación, cortesía y deferencia.

            GRATITUD. Que brota de la convicción de que todo es don de Dios y por tanto ha de corresponder dando las gracias de todo aquello que recibe.

SIERVO DE DIOS SILVIANO CARRILLO CÁRDENAS.

Nació en Pátzcuaro, Michoacán, México, el 4 de mayo de 1861.

 Sus padres fueron don Juan Carrillo Zarco y doña Librada Cárdenas Ramírez, llevaron a bautizar a su primogénito al día siguiente de su nacimiento, a la parroquia de Nuestra Señora de la Salud.

Inició sus primeros estudios en Pátzcuaro. Entró al Seminario de Zamora (1871). Continuó en el Seminario de Guadalajara (1872-1884).

Fue ordenado sacerdote por el Excmo. Sr. Don Pedro Loza Pardavé, Arzobispo de Guadalajara, Jalisco, México, el día 26 de diciembre de 1884.



Siendo párroco de Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán, Jalisco, reorganizó las escuelas parroquiales. Mejoró la escuela de niños, conocida como Escuela de Cuadrante. Fundó el Orfanatorio Josefino (1895) para proteger y educar a niñas huérfanas. Instituyó, para las niñas, la Escuela Elemental y Superior de Nuestra Señora de Guadalupe (1899). Paternalmente vigilaba los adelantos de los niños, la superación de los maestros y todo lo que ayudara a la educación integral, por eso creó la biblioteca escolar, los laboratorios y procuró que no faltaran materias de enseñanza que respondieran a las necesidades de la sociedad. 

Modelo de sacerdote; párroco incansable; sembrador de la paz y la justicia, defendió a los obreros, indígenas y campesinos. Entre los múltiples trabajos de su labor pastoral siempre se dio tiempo para el apostolado periodístico. Fundó varios periódicos: La Unión Católica, La Luz de Occidente, El Trabajo, El Esclavo de Señor San José y El Niño. 



Para los jóvenes de escasos recursos económicos, fundó la Escuela de Artes y Oficios con talleres de herrería, carpintería, sastrería, zapatería, platería y fundición de metales (1897). Para mejorar la situación de los trabajadores, organizó sociedades mutualistas, en las que por medio de la educación, del ahorro y de la ayuda mutua logró una solución al problema obrero, siguiendo las directrices de la Encíclica Rerum Novarum (1891). Uniendo la generosidad de los médicos y del pueblo pudo terminar la construcción del Hospital de San Vicente (1911).

 Apóstol de la educación, consideró la escuela como un lugar óptimo para evangelizar. Fue fundador de la Congregación religiosa de Siervas de Jesús Sacramentado. El Siervo de Dios encontró en la Eucaristía el tesoro por el que debía dejarlo todo. Ejerció su misión en toda su plenitud.

 La persecución de 1910 no fue un obstáculo para que Silviano Carrillo detuviera su apostolado en el confesionario y en la dirección de la congregación. Se dedicó, como era su costumbre, a la atención de los pobres, de las escuelas y a la predicación. Su gran espíritu eucarístico le hacía arriesgarse para celebrar la Santa Misa, llevar la comunión a los enfermos y ayudar, desde su pobreza, a otros sacerdotes, ya que la suspensión de cultos y otras leyes contra la Iglesia seguían vigentes.

 

El Excmo. Sr. Don Francisco Orozco y Jiménez, Arzobispo de Guadalajara, le nombró canónigo del cabildo de Guadalajara, en noviembre de 1916. Su Santidad el Papa Benedicto XV lo designó como V Obispo de Sinaloa y, el 24 de febrero de 1921, recibió la ordenación episcopal de manos del Excmo. Sr. Don Orozco y Jiménez, en la Catedral de Guadalajara. Seis meses después, en Culiacán, Sinaloa, el 10 de septiembre de 1921, el Siervo de Dios fue llamado por el Padre Celestial para hacerle partícipe del gozo definitivo.